Zaragoza y las Expos

Zaragoza, 14 de Junio de 2021

El 14 de junio de 2008 quedó inaugurada la Exposición Internacional de Zaragoza dedicada al agua, un evento que una vez más cambió la fisonomía de la ciudad como ya había ocurrido con anteriores exposiciones celebradas en la capital aragonesa desde el siglo XIX.

Este tipo de eventos tuvieron su origen a mediados del siglo XIX, fruto de la revolución industrial, siendo un escaparate donde los países que llevaban la delantera a nivel industrial mostraban su poderío con los últimos avances tecnológicos. Su inicio arranca en Francia con la exposición industrial celebrada en París en el año 1844, algo que enseguida fue seguido por otras naciones, principalmente Gran Bretaña. Y es que el príncipe Alberto, esposo de la reina Victoria, visitó la exposición parisina anteriormente mencionada y enseguida vio los beneficios de crear una en Londres que mostrara la supremacía mundial del Imperio Británico como primera potencia. Así fue como Alberto impulsó la Gran Exhibición de los trabajos de la Industria de todas las naciones, celebrada en Londres en el año 1851 y con el desaparecido Crystal Palace de Hyde Park como gran referente. El hecho de que le diera un carácter internacional (por ejemplo entre susparticipantes estuvo España) hizo que esta muestra esté considerada como la primera expo internacional. El éxito fue tal que el modelo se comenzó a replicar a lo largo del mundo con exposiciones como las de París en 1878, 1889 y 1900, Barcelona en 1888 o la de San Francisco en 1915. Pero esto dio paso también a que se comenzaran a organizar este tipo de eventos a lo largo y ancho del mundo con carácter más nacional e incluso regional.

Aquí es donde entra Zaragoza, que vio las beneficios que podía tener celebrar este tipo de eventos en la ciudad y que a lo largo del tiempo han ido transformando su fisonomía. Nos vamos a 1868, año en el que la capital aragonesa organizó la primera exposición aragonesa. Fue impulsada por la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País para dar promoción a la industria aragonesa, fundamentalmente orientada al mundo agropecuario. Y no se celebró ese año por casualidad, sino para intentar buscar cierta recuperación económica tras varios años en los que el país lastraba una crisis empeorada por una grave crisis de subsistencia tras varios años de malas cosechas. La idea fue en general muy bien acogida por la opinión pública, que realizó numerosas donaciones para financiar la muestra y que tuvo como sede la antigua Glorieta de Pignatelli, es decir, lo que hoy es la plaza de Aragón. Por entonces esa zona era ya el extrarradio de la ciudad y gracias a esta exposición se articuló el urbanismo de la zona de una Zaragoza que comenzaba ya a crecer de cara a convertirse en uno de los núcleos industriales más importantes de España. Sin embargo, la exposición fue algo accidentada.

Fue inaugurada el 15 de septiembre de 1868 y apenas unas horas después, el 18 de septiembre, se produjo en Cádiz el pronunciamiento militar del almirante Topete que dio pistoletazo de salida a la Revolución Gloriosa que destronó a la reina Isabel II. La exposición quedó interrumpida por estos sucesos el 1 de octubre aunque se reabrió el día 11 y se mantuvo abierta hasta los primeros días del mes de noviembre. La situación política del país hizo que la entrega de premios a los mejores expositores se retrasara casi dos años, en una ceremonia que se celebró el 27 de octubre de 1871 con la presencia del nuevo rey Amadeo de Saboya.

La experiencia de esta exposición gustó mucho y caló en la sociedad aragonesa y zaragozana, por lo que en 1885 se celebró una segunda edición aún más ambiciosa. La idea de repetir al experiencia volvió a surgir del seno de la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País, presidida entonces por Desiderio de Escosura, presentándose el proyecto en 1879. Esta vez se quiso hacer con mucho tiempo para evitar los problemas de organización que se habían producido en el evento de 1868. De nuevo el evento sirvió para dotar a la ciudad de nuevas instalaciones, esta vez en la carretera del Bajo Aragón que hoy en día es la calle Miguel Servet.

Por aquél entonces el recinto, encargado al arquitecto municipal Ricardo Magdalena, se construyó en lo que por entonces eran las afueras de la ciudad, levantándose un espacio de más de 25.000 metros cuadrados y cuya construcción se llevó a cabo entre los años 1880 y 1884. La elección del lugar no fue casual, ya que tras la exposición se quería reutilizar el espacio como el nuevo matadero de la ciudad que hoy en día se utiliza como un amplio espacio ciudadano con centro cívico, la biblioteca Ricardo Magdalena y muchos otros usos más.

La Exposición Aragonesa de 1885 se inauguró en octubre con cierto retraso debido a una fuerte epidemia de cólera que se desató, pero de nuevo el evento tuvo una gran acogida con más de 1.300 expositores nacionales y también internacionales. Tal fue el éxito que la muestra reabrió en septiembre del año siguiente.

Reconciliación

Y por último hay que hacer referencia a la gran Exposición Hispano-Francesa celebrada en el año 1908. Conforme se aceraba el primer centenario de la conmemoración de los Sitios de Zaragoza se expuso la idea de celebrar un gran evento que algunas voces querían que fuera de exaltación patriótica de los sucesos, aunque finalmente se impuso la figura del industrial Basilio Paraíso que optó por que tuviera un espíritu de reconciliación con Francia y que con la participación de esta tomara un carácter internacional.

El espacio elegido fue la actual plaza de los Sitios que culminaba así el proyecto del primer ensanche de la ciudad, diseñado de nuevo por Ricardo Magdalena y que tomaba como inspiración el gran ensanche de Barcelona proyectado por el ingeniero Ildefonso Cerdá. Si paseamos por la zona que va desde el paseo de la Independencia hasta el río Huerva nos encontramos con el mismo tipo de calles rectilíneas y con edificios que desembocan en plazas haciendo chaflán. La exposición fue un enorme éxito que una vez más transformó el urbanismo de la ciudad y que nos ha dejado joyas como los edificios del Museo de Zaragoza, la antigua y por desgracia abandonada Escuela de Bellas Artes o el quiosco de la música, actualmente en el Parque Grande José Antonio Labordeta

Fuente: El Periódico de Aragón