El ocaso de la Expo: abandono, grafitis y degradación 14 años después
Zaragoza 21 de Mayo de 2022
Por Álvaro Sierra. Zaragoza
Nadie sabe qué hacer con las infraestructuras fastuosas, icónicas y millonarias de la Expo de Zaragoza de 2008. Lo que un día fue una zona vanguardista ha pasado a ser un lugar abandonado, sin grandes proyectos a la vista y con los edificios más representativos de la exposición cerrados y en severo deterioro. Solo el Pabellón Puente, la obra de la arquitecta iraquí Zaha Hadiddonde, tiene un horizonte más o menos optimista, con un museo tecnológico sobre la movilidad impulsado por la Fundación Ibercaja. Del resto, sin noticias. Ni el de España, ni el de Aragón, ni la Torre del Agua avistan su reconversión después de 14 años.
Siguen cerrados a cal y canto. El caso más gravoso, por lo que representa, es el abandono de la Torre del Agua, el edificio emblemático de la Expo de Zaragoza y que tiene forma de gota desde su planta. Costó más de 55 millones de euros y, debido a su concepción hueca en el interior —salvo por una escalera de caracol—, su remodelación en un edificio útil está condicionada a un fuerte desembolso económico.
El futuro de estos tres edificios tan emblemáticos es una incógnita, 200 millones de euros después y con solo tres meses abiertos. El silencio es la tónica habitual de la Administración, con la excusa de la falta de fondos como la respuesta habitual. Los altos costes de mantenimiento y su reparación tras años de abandono no despiertan ningún interés. El paseo por el recinto millonario que asombró al mundo durante en 2008 deja mucho que desear.
Un abandono absoluto
En el meandro de Ranillas, el lugar donde se celebró el evento internacional, el ambiente es muy diferente. Los pabellones donde se ubicaron las delegaciones de los países durante la Expo se han logrado reconvertir en edificios de oficinas. Junto a ellos, se ubica la Ciudad de la Justicia. Sin embargo, entre el bullicio, contrasta gravemente el deterioro de las estructuras y recreaciones artísticas que realmente brillaron en la Expo de 2008.
Los bancos están agrietados y decolorados por el sol. Los monumentos están casi irreconocibles y los azulejos que decoraban el entorno están rotos y desperdigados por el suelo. La única actuación que realiza la Administración competente en su mantenimiento, el Ayuntamiento de Zaragoza, es colocar vallas para delimitar los espacios que podrían acarrear algún peligro. Según explican para El Confidencial desde la asociación Legado Expo, creada para la defensa del patrimonio del evento internacional, “la degradación y la falta de mantenimiento es irresponsable”. La asociación considera que la disolución de la empresa pública @desarrolloExpo fue la puntilla para cronificar la situación. “No hay nadie que le ponga freno o prevenga la decadencia de la zona. No hay valentía por parte de ninguna Administración para reconvertir las zonas más emblemáticas”, lamentan en esta entidad.
El paseo por esta zona está lleno de pintadas, baldosas levantadas o mosaicos irreconocibles. Por ejemplo, el banco geográfico que servía de lugar de descanso, con casi 700 metros de largo, está oxidado y sentarse es todo un riesgo. A juicio de la asociación Legado Expo, uno de los males que acarrea es que nadie sabe quién debe hacerse cargo del mantenimiento o mejora. En algunos casos, ni el Ayuntamiento ni el Gobierno de Aragón saben de quién es la propiedad del bien a preservar.
Los tres grandes iconos
En las últimas semanas, ha vuelto el debate sobre el uso de las zonas abandonadas de la Expo. Eso sí, sin tratar el olvido de sus tres grandes infraestructuras: el pabellón de España, el pabellón de Aragón y la Torre del Agua. La propuesta de reconversión está centrada en parte de los pabellones de los países de la muestra internacional, que, según pretende el Ejecutivo regional de Javier Lambán, deberían ser destinados a pisos para jóvenes. Ningún intento de rescatar los edificios más insignes.
En el caso del pabellón de Aragón, el abandono está acompañado de pintadas y grafitis. Su propietario es el Gobierno autonómico y nunca se ha tenido un proyecto para darle otro uso tras la Expo de 2008. Hace pocos años se intentó sin éxito realizar un estudio para analizar el coste de lo que supondría reconvertirlo en un espacio con uso. Mientras, en el de España, cuyo propietario es el Ministerio de Educación, se buscó la fórmula para que pudiera albergar un centro educativo de Formación Profesional. Finalmente, se decidió que su ubicación fuera la antigua sede de CEOE Aragón, debido a los altos costes de la reforma.
La gota que colma el vaso es la Torre del Agua. Fue en el año 2013 cuando se recuperó la famosa escultura ‘Splash’ y se colocó colgando del techo, como estaba en los meses de la exposición universal. Y nada más. La propiedad es del Ejecutivo de Aragón y no tiene ningún proyecto encima de la mesa. En 2020, se anunció que una compañía aragonesa estaba interesada en adquirir su uso para convertirlo en un gran expositor de ocio y negocios, utilizando su fachada como pantalla gigante. En este caso, la celebración de eventos podría sufragar los altos costes de explotación y cesión. Pero de esta idea empresarial nada se sabe más de dos años después.
Tan solo el proyecto Mobility City, iniciativa de Fundación Ibercaja en colaboración con el Gobierno de Lambán, da algo de luz entre tanta sombra. Este plan pretende ser un espacio destinado a la movilidad y a los retos del futuro del sector, así como un lugar donde habrá simuladores de conducción, configuradores de vehículos y otras herramientas dirigidas a la información y preventa de productos de las empresas representadas. Se prevé que abra sus puertas a principios del año que viene, tras varios meses de retrasos debido a los problemas de reforma de una de las obras cumbre de la arquitecta Zaha Hadid.
En términos generales, la Expo de 2008 costó más de 1.200 millones de euros. Según un informe del Tribunal de Cuentas, además, el desfase del proyecto se fijó en 500 millones de euros de pérdidas. La crisis económica de 2008 fue la guinda para enterrar su reconversión e intentar captar inversiones para su nueva vida. 14 años después, sus grandes edificios no tienen proyectos para devolverlos a la vida.
Fuente: El Confidencial