La historia de los cinco grandes iconos de la Expo: una reapertura a tres velocidades
Zaragoza 11 de Junio de 2011
La Torre del Agua, el Pabellón de Aragón y el de España siguen a la espera de albergar algún tipo de uso u organismo mientras el Pabellón Puente acaba de reinaugurarse con éxito y el Acuario sigue acumulando visitas
La Expo fue muchas cosas, pero uno de los pilares sobre los que se sostiene su legado son los iconos arquitectónicos que transformaron el skyline de Zaragoza. 15 años después de la muestra internacional, la situación de cada uno de ellos es dispar. Los hay que llevan vacíos desde el minuto uno y otros que acumulan ya más de un millón de visitantes.
El pabellón Puente
Ha sido el último de los iconos de la Expo en salir del olvido. El puente diseñado por la arquitecta Zaha Hadid costó en su momento más de 70 millones de euros y desde que se clausuró la muestra internacional de 2008 ha estado más de 5.000 días cerrado. Pero la cosa cambió en febrero de este año, cuando se inauguró por fin el museo de la movilidad sostenible impulsado por la Fundación Ibercaja con la colaboración del Gobierno de Aragón.
Mobility City es el nombre de este espacio expositivo por el que ya han pasado 100.000 personas a pesar de llevar tres meses abierto. Esa misma cifra de visitantes es la que se marcó la fundación como objetivo anual, pero ha bastado un cuatro del año para batir la marca, lo que da cuenta de la buena acogida de esta iniciativa que, por otro lado, ha acumulado retrasos desde su planeamiento inicial.
El origen del proyecto se remonta a antes de la inauguración de la Expo, cuando Ibercaja adquirió el compromiso de ayudar a buscarle una utilizad a este edificio. Primero se planteó un museo de la sostenibilidad, pero llegó la crisis y todo se paralizó. Hasta que en 2018 se retomó el proyecto de musealizar el pabellón puente y dedicarlo a la movilidad.
La reconversión del puente, que ha consistido sobre todo en instalar cerramientos para hacerlo estanco, ha costado alrededor de 8 millones de euros y además del Mobility City, la reapertura ha supuesto que los zaragozanos puedan volver a cruzar de un lado al otro del río por este icono de la arquitectura moderna.
El Acuario de Zaragoza
El Acuario de Zaragoza es obra del arquitecto Álvaro Planchuelo y es el único de los edificios de la Expo que ha funcionado de forma ininterrumpida desde la celebración de la muestra del agua hace ahora 15 años. Por estas instalaciones han pasado durante estos años más de 1 millón de personas y, una vez se ha consolidado como una de las ofertas turísticas de la ciudad, quiere crecer. En el horizonte hay un proyecto de ampliación del recinto que supondría ganar unos 1.500 metros cuadrados de zonas exteriores en las habitarían linces, nutrias y aves de ribera.
La puesta en marcha de esta ampliación dependerá de la llegada de fondos europeos y del Gobierno de Aragón. Hasta ahora no ha podido ser, pero por el momento el proyecto ya está diseñado. Incluiría una zona que serviría como centro de interpretación de la fauna de los galachos del Ebro, con aves características de estos entornos, otro espacio para nutrias, cuya población comienza a sentarse, y linces, dado que los programas de repoblación y cría de esta especie de felino han conseguido aumentar sus poblaciones en un 350%.
Así, desde Zaragoza se daría un impulso más para la recuperación de este animal, puesto que el objetivo del Acuario de Zaragoza es servir como centro de investigación, divulgación y sensibilización sobre el cuidado de las especies.
Pero eso es el futuro. El presente pasa por las 120.000 personas al año que visitan estas instalaciones, 15.000 de ellos escolares. «Lo que más nos satisface ahora es que los zaragozanos tienen ya al Acuario como algo suyo. Hacemos unas 1.500 encuestas cada año a nuestros visitantes y nos dicen que cuando viene su tío de Málaga o su prima de Madrid les llevan al Pilar, al Tubo y aquí», explica el director técnico del recinto, Javier González. El de Zaragoza es el acuario fluvial más grande de Europa. Alberga 350 especies y 6.000 ejemplares de distintos animales.
El acuario es de titularidad pública pero de gestión privada y González recuerda que se financia enteramente por las entradas que venden. Pero no siempre fue fácil. En los primeros años recibían 40.000 al año, por lo que las cuentas no salían. La cosa remontó conforme pasaron los lustros pero en 2020, con la pandemia, cerró al público. Y los ingresos se quedaron en cero.
Ahora las visitas han remontado y el futuro, haya ampliación o no, está marcado por los múltiples reconocimientos que recibe este acuario cada año.
La Torre del Agua
La Torre del Agua es quizá el edificio más icónico de los que se construyeron para la Expo. Con 78 metros de altura, el principal problema de este edificio para volver a la vida es que apenas cuenta con tres plantas de superficie aprovechable. Eso sí, la del medio, donde cuelga el Splash, en una sala que no tiene parangón en todo el mundo, por lo que se le podría dar un uso museístico.
La que más novias ha tenido siempre es la planta superior, que cuenta con una azotea con vistas a la ciudad en la que un restaurante podría encajar a la perfección. Pero no se puede desagregar. O se abre toda la torre, con sus tres estancias, o no se abre nada.
Al acabar la Expo la torre, diseñada por el arquitecto Enrique de Teresa, se cedió a la CAI para que le diera un uso. Pero después de que Ibercaja absorbiera a esta entidad, renunció gestionar el icono en 2013, para lo que tuvo que indemnizar a Expo Zaragoza Empresarial, el propietario actual, con 400.000 euros.
En todo este tiempo, la Torre del Agua ha servido para acoger, de forma muy puntual, congresos y cenas de gala. El acto que más se recuerda es cuando Volskwagen usó la torre para presentar el Golf 7 en 2012.
Ahora se busca darle un nuevo impulso a la Torre del Agua, si bien por el camino se han perdido algunas oportunidades. El Museo de Nueva York llegó a ofrecer a Zaragoza ser subsede de este centro dando vida así al edificio. Pero jamás se supo.
El Pabellón de Aragón
El Pabellón de Aragón es uno de los iconos con futuro incierto y que lleva 15 años vacío. Obra de Daniel Olano y Alberto Mendo, fue concebido «pensando más en su reutilización como sede administrativa antes que para una Expo». Pero de poco sirvió aquella previsión.
El edificio costó 33 millones de euros y hoy el abandono se hace evidente. Los tres enormes pilares que lo sujetan están llenos de pintadas. Y no sirve más que para dar sombra a los jóvenes que hacen skate en su parte baja.
Cinco años después de la Expo, en una entrevista con este diario, Olano ya declaró que le parecía «terrible y muy triste tenerlo ahí cerrado». Ahora han pasado diez años más y el edificio, propiedad del Gobierno de Aragón, sigue esperando, aunque últimamente han se han puesto algunas propuestas encima de la mesa para sacarlo del olvido.
El Gobierno saliente de Javier Lambán lo propuso para albergar la sede de la Agencia Estatal de Salud, un organismo creado por el Ejecutivo de Sánchez y que todavía no se ha decidido donde se instalará, si es que un cambio de inquilino en La Moncloa no supone una marcha atrás con respecto a la creación de esta nueva institución. Mientras, el Pabellón de Aragón, seguirá esperando.
El Pabellón de España
Las columnas revestidas de teja del Pabellón de España han comenzado a descarcarillarse. Una valla separa el edificio del mundo exterior. La que fuera vicepresidenta del Gobierno de Zapatero, María Teresa Fernández de la Vega, llegó a anunciar que el edificio albergaría la sede de un instituto de investigación sobre el Cambio Climático. Pero el proyecto se materializó. Desde entonces, varias han sido las propuestas para sacar adelante el pabellón, pero la falta de presupuesto siempre ha lastrado sus expectativas.
Bonus
Los cinco edificios mencionados hasta ahora son quizá los más representativos, pero no los únicos. El Palacio de Congresos es una de las construcciones de Ranillas que ha tenido un uso claro desde el primer día. Desde el año 2011 lo gestiona Feria de Zaragoza y desde aquel año ha albergado más de 800 eventos, con una ocupación de casi 1.500 días. Más de un millón de personas han pasado por alguna de sus 19 salas o por su auditorio, que tiene capacidad para unas 1.400 personas.