El ‘cinturón’ de la Expo ajusta su nuevo rumbo tras años de zozobra
Zaragoza 16 de Septiembre de 2024
Varios proyectos confluyen para potenciar el entorno que rodean las avenidas Ranillas y José Atarés, tres lustros después de que Zaragoza acogiera la cita internacional
Hace 16 años, Zaragoza cambió. Y hace 16 años, el mundo también cambió. En aquel 2008, la capital aragonesa era una gran fiesta con la Expo, una cita internacional de primer orden que supuso la atracción de millones de visitantes y, sobre todo, una transformación total de la ciudad. Porque los tres meses y medio que duró la muestra solo fueron la culminación de años de trabajos que dieron la vuelta a su entorno urbano, y no únicamente al recinto. Como es bien sabido, la traca final que fue aquella Expo coincidió también con el fin de un periodo de bonanza económica que confluyó en la llegada de una crisis que sumió al mundo en años de penurias. Lo construido entonces no fue en balde, pero muchos de sus elementos y los planes que se habían trazado para ellos quedaron en un barbecho que, ahora, podría llegar a su final. Pues son varias las iniciativas que buscan revitalizar el entorno que rodea ese cinturón formado por las avenidas Ranillas y José Atarés, incluso más allá del propio espacio expositivo.
Huelga decir que no todas esas inversiones han tenido una mala madurez. En el lugar que ahora opera Expo Zaragoza Empresarial, más del 92% de su espacio está comercializado. El Pabellón Puente, tras una reforma de 4 millones de euros, abrió el año pasado reconvertido en el Mobility City. Y el Acuario Fluvial, el único edificio que no ha cerrado en estos 16 años, ha experimentado también recientemente obras. Por no hablar de la Ciudad de la Justicia, que allí opera desde el año 2013.
Pero, entre los elementos que claman por su recuperación, el ejemplo más simbólico quizás sea el proyecto para convertir a la Torre del Agua en el «faro de la logística». Anunciado a mediados de junio, esta iniciativa se enmarca en el plan que traza el Ejecutivo autonómico para revitalizar el entorno, con una inversión para el edificio de unos 7 millones de euros.
El frente fluvial, atenazado tras años de zozobra, también entraría en esta ecuación para recuperar elementos como sus fuentes que no funcionan, sus toldos rasgados, las farolas y las obras de arte abandonadas a su suerte. Y el Pabellón de Aragón, otro icono de la muestra que ahora tiene hasta impactos de bala, espera a que cristalicen unos trabajos de urgencia que solo en su fachada significarían un montante de más de 2 millones de euros.
También esperan pacientes y abandonados desde hace lustros los llamados cacahuetes de la Expo. Tras caer en saco roto la iniciativa del Gobierno de Javier Lambán para albergar vivienda para jóvenes, ahora la televisión autonómica pone la vista en su mudanza a estas instalaciones, algo que podría suceder en el verano de 2027.
Nueva vida para el canal
Al otro lado de Ranillas también suena el runrún de posibles mejoras. Uno de los proyectos fallidos más sonados de entonces fue el canal de aguas bravas. Con una inversión de 6 millones de euros, tuvo que echar el cierre por un serio problema de filtraciones que acabó en los tribunales. Pues bien, este mismo mes se ha sabido que el Ayuntamiento de Zaragoza ha alcanzado un acuerdo con las empresas que levantaron este elemento del parque Luis Buñuel para impermeabilizar la instalación, cuyo uso futuro todavía está por decidir. También indemnizarán al consistorio con 615.286 euros por la responsabilidad civil derivada de los daños y perjuicios ocasionados desde su puesta en marcha.
A orillas del Ebro también llegan novedades sobre otro icono que, desde su construcción, ha acumulado problemas, tanto propios como de vandalismo. Se trata de la pasarela del Voluntariado, para la que el ayuntamiento ya trabaja en los pliegos de su rehabilitación. Estos trabajos superarán el millón de euros y abordarán cuestiones como el persistente óxido que aparece en varias de sus partes y cómo evitar la rotura de los cristales derivada del movimiento de este puente atirantado.
Más allá de obras, otra cuestión que ha insuflado nueva vida al entorno es la celebración desde hace tres años del festival Vive Latino. Con él, miles de personas han regresado o conocido un espacio que, en el caso de los primeros, ha retrotraído a una época que ya quedaba lejana. Tampoco han sido escasos los visitantes que se sorprendían al percatarse de que este entorno lleva años sumido en el olvido. «Creo que estamos en un buen momento porque lo que ha estado paralizado durante mucho tiempo se está activando», afirma el presidente de la asociación Legado Expo, Francisco Pellicer. Sin embargo, también matiza que hay que esperar para conocer «qué es lo que se proponen, no solo en la transformación arquitectónica, sino también en la función que se le da». A lo que añade que resultaría conveniente «que se haga una gestión oportuna para que el espacio funcione».
A pesar de todos estos anuncios, una cuestión que preocupa a su colectivo es el estado del parque del Agua. Como recuerda, hace un año ya se redactó un informe que alertaba de que este espacio «necesitaba cuidados», pues si el ciclo del agua no se mantenía, podía convertir el lugar en un entorno de aguas estancadas, con todos los problemas que acarrearía.
En su repaso no se olvida de un pabellón emblemático para el que, hasta el momento, no hay un futuro claro. «Evidentemente, todo esto tiene que ir asociado con el aprovechamiento del pabellón de España», recalca sobre un edificio que, «contrariamente a lo que se piensa, está bien conservado».
Fuente: El Periodico de Aragón