Patrimonio hidráulico en Zaragoza: la Casa Blanca del Canal Imperial de Aragón
Zaragoza 14 de Abril de 2025
Por Francisco Pellicer, Presidente de Legado Expo

Zaragoza alberga en su entramado histórico un legado hidráulico de incalculable valor, cuyo emblema es la Casa Blanca del Canal Imperial de Aragón que da nombre al popular barrio zaragozano, situada junto a la Vía Ibérica y la calle Embarcadero. Un complejo que no solo marcó la evolución de la ciudad, sino también la de toda la región, convirtiéndose en una pieza fundamental del patrimonio aragonés.
La Fuente de los Incrédulos es un lugar emblemático de Zaragoza que invita a descubrir una historia fascinante. Desde ahí, podemos ir hacia el antiguo Molino de la Casa Blanca. Finalmente, la ruta culmina en las esclusas de San Carlos, un impresionante sistema hidráulico que resalta la magnitud de la obra de ingeniería.
El Canal Imperial de Aragón es una de las grandes obras hidráulicas del siglo XVIII. Tuvo como antecedente de la Acequia Imperial, Impulsada por el emperador Carlos I en el s. XV. El objetivo inicial del canal era unir las cuencas cantábrica y mediterránea para facilitar la comunicación, ampliar el regadío, generar energía y promover el desarrollo de numerosas localidades ribereñas. El trabajo comenzó en 1771, cuando el Consejo de Castilla, bajo la presidencia del conde de Aranda, otorgó poderes a Ramón Pignatelli para llevar a cabo la obra.
Las primeras etapas de construcción fueron lentas, pero en 1776 se reanudaron con un plan renovado, que finalmente culminó en 1786 con la inauguración del Puerto de Casablanca, un punto clave en el desarrollo del canal. Allí se instalaron esclusas y un molino de harina que servía como motor económico para la región.
Las obras de construcción no solo fueron un logro técnico, sino también una hazaña logística. El canal atraviesa terrenos complicados, como el río Jalón que salva mediante el Acueducto de Grisén (Murallas de Grisén) y el río Huerva (el Ojo del Canal en Zaragoza), y con la construcción de las esclusas de San Carlos que salvaban un desnivel de 6,5 metros, permitiendo el paso de naves. Este sistema de esclusas, que podía elevar o descender las embarcaciones en unos ocho minutos, fue crucial para garantizar la navegabilidad del canal. Aguas abajo se construyeron las esclusas de Valdegurriana y las de La Cartuja que no llegaron a concluirse.
La Fuente de los Incrédulos
La Fuente de los Incrédulos es uno de los símbolos más representativos de este complejo histórico. Su nombre hace referencia a los escépticos que no creían en la viabilidad del Canal Imperial de Aragón cuando Ramón Pignatelli lo ideó a finales del siglo XVIII. Sin embargo, cuando las aguas llegaron a Zaragoza en 1784, Pignatelli mandó construir esta fuente como testimonio de la victoria sobre la incredulidad. La inscripción que decora la fuente —‘Incredulorum convictioni et viatorum commodo. Anno MDCCLXXXVI’— traduce: “Para convencimiento de los incrédulos y descanso de viajeros. Año 1786.”
Un puerto con vida
El Puerto de Casablanca fue mucho más que un simple punto de paso para embarcaciones. Contaba con un embarcadero, almacenes, una posada y una capilla, convirtiéndolo en un lugar de descanso y encuentro para los viajeros de la época. En este contexto, la Casa Blanca se erige como un centro neurálgico para la economía local, que se beneficiaba tanto del riego agrícola y el transporte como de la energía hidráulica producida por el molino.
A finales del siglo XIX, el molino de la Casa Blanca experimentó una transformación significativa, convirtiéndose en una de las primeras centrales hidroeléctricas de Zaragoza, un claro ejemplo de la adaptación de las infraestructuras hidráulicas a las nuevas necesidades energéticas de la ciudad.
El espacio Hidro-Lógico
Hoy en día, el edificio del antiguo Molino de la Casa Blanca alberga una interesante exposición sobre la gestión del agua en la cuenca del Ebro. Este espacio, conocido como el Espacio Hidro-Lógico, ofrece al visitante una visión educativa y divulgativa sobre el ciclo del agua y la historia de la ingeniería hidráulica. La exposición incluye áreas con información multimedia, juegos interactivos y una maqueta de 20 metros cuadrados que ilustra el funcionamiento del ciclo hidrológico.
Zaragoza alberga en su entramado histórico un legado hidráulico de incalculable valor, cuyo emblema es la Casa Blanca del Canal Imperial de Aragón que da nombre al popular barrio zaragozano, situada junto a la Vía Ibérica y la calle Embarcadero. Un complejo que no solo marcó la evolución de la ciudad, sino también la de toda la región, convirtiéndose en una pieza fundamental del patrimonio aragonés.
La Fuente de los Incrédulos es un lugar emblemático de Zaragoza que invita a descubrir una historia fascinante. Desde ahí, podemos ir hacia el antiguo Molino de la Casa Blanca. Finalmente, la ruta culmina en las esclusas de San Carlos, un impresionante sistema hidráulico que resalta la magnitud de la obra de ingeniería.
El Canal Imperial de Aragón
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El Canal Imperial de Aragón es una de las grandes obras hidráulicas del siglo XVIII. Tuvo como antecedente de la Acequia Imperial, Impulsada por el emperador Carlos I en el s. XV. El objetivo inicial del canal era unir las cuencas cantábrica y mediterránea para facilitar la comunicación, ampliar el regadío, generar energía y promover el desarrollo de numerosas localidades ribereñas. El trabajo comenzó en 1771, cuando el Consejo de Castilla, bajo la presidencia del conde de Aranda, otorgó poderes a Ramón Pignatelli para llevar a cabo la obra.
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Las primeras etapas de construcción fueron lentas, pero en 1776 se reanudaron con un plan renovado, que finalmente culminó en 1786 con la inauguración del Puerto de Casablanca, un punto clave en el desarrollo del canal. Allí se instalaron esclusas y un molino de harina que servía como motor económico para la región.
Las obras de construcción no solo fueron un logro técnico, sino también una hazaña logística. El canal atraviesa terrenos complicados, como el río Jalón que salva mediante el Acueducto de Grisén (Murallas de Grisén) y el río Huerva (el Ojo del Canal en Zaragoza), y con la construcción de las esclusas de San Carlos que salvaban un desnivel de 6,5 metros, permitiendo el paso de naves. Este sistema de esclusas, que podía elevar o descender las embarcaciones en unos ocho minutos, fue crucial para garantizar la navegabilidad del canal. Aguas abajo se construyeron las esclusas de Valdegurriana y las de La Cartuja que no llegaron a concluirse.
La Fuente de los Incrédulos
La Fuente de los Incrédulos es uno de los símbolos más representativos de este complejo histórico. Su nombre hace referencia a los escépticos que no creían en la viabilidad del Canal Imperial de Aragón cuando Ramón Pignatelli lo ideó a finales del siglo XVIII. Sin embargo, cuando las aguas llegaron a Zaragoza en 1784, Pignatelli mandó construir esta fuente como testimonio de la victoria sobre la incredulidad. La inscripción que decora la fuente —‘Incredulorum convictioni et viatorum commodo. Anno MDCCLXXXVI’— traduce: “Para convencimiento de los incrédulos y descanso de viajeros. Año 1786.”
Un puerto con vida
El Puerto de Casablanca fue mucho más que un simple punto de paso para embarcaciones. Contaba con un embarcadero, almacenes, una posada y una capilla, convirtiéndolo en un lugar de descanso y encuentro para los viajeros de la época. En este contexto, la Casa Blanca se erige como un centro neurálgico para la economía local, que se beneficiaba tanto del riego agrícola y el transporte como de la energía hidráulica producida por el molino.
A finales del siglo XIX, el molino de la Casa Blanca experimentó una transformación significativa, convirtiéndose en una de las primeras centrales hidroeléctricas de Zaragoza, un claro ejemplo de la adaptación de las infraestructuras hidráulicas a las nuevas necesidades energéticas de la ciudad.
El espacio Hidro-Lógico
Hoy en día, el edificio del antiguo Molino de la Casa Blanca alberga una interesante exposición sobre la gestión del agua en la cuenca del Ebro. Este espacio, conocido como el Espacio Hidro-Lógico, ofrece al visitante una visión educativa y divulgativa sobre el ciclo del agua y la historia de la ingeniería hidráulica. La exposición incluye áreas con información multimedia, juegos interactivos y una maqueta de 20 metros cuadrados que ilustra el funcionamiento del ciclo hidrológico.
Sin embargo, a pesar de su valor cultural y educativo, el entorno del complejo no resulta coherente y requiere una intervención urbanística que permita un mejor aprovechamiento de sus recursos, tanto para los visitantes como para los zaragozanos.
El futuro de la Casa Blanca del Canal Imperial de Aragón
El Canal Imperial de Aragón no solo forma parte del patrimonio histórico de Zaragoza, sino también de la memoria colectiva de los aragoneses. En este sentido, la Confederación Hidrográfica del Ebro, preocupada por la conservación y difusión de este legado, ha promovido diversas iniciativas de restauración, como la reconstrucción de las compuertas de las esclusas. Estas acciones contribuyen a garantizar que el canal siga siendo un referente de la ingeniería hidráulica, mientras que el Espacio Hidro-Lógico se erige como un punto de encuentro para el conocimiento y la reflexión sobre el futuro del agua.
Este complejo hidráulico no solo es un testimonio de la habilidad de los ingenieros del siglo XVIII, sino también una fuente de inspiración para la gestión del agua en el presente y el futuro. Un viaje en barca desde Casablanca hasta los inicios del canal en El Bocal de Tudela y la visita del museo, azudes y compuertas, proporcionaría el disfrute de un patrimonio extraordinario.
Sin embargo, no se conoce ninguna iniciativa turística en este sentido para añadir nuevas funciones al Canal Imperial de Aragón para que siga vivo, no solo como un vestigio del pasado, sino también como una herramienta educativa y un referente en la gestión sostenible del agua.
Fuente: El Español