Ahora toca disfrutar de las riberas del Ebro
Zaragoza, 20 de Abril de 2013
Por Francisco Pellicer.
La recuperación de las riberas de los ríos en Zaragoza es, sin duda, uno de los legados más preciados de la Exposición Internacional de 2008. Estos corredores fluviales, que tras décadas de abandono habían perdido buena parte de sus funciones y estaba sometido a evidentes procesos de deterioro ambiental y social, han experimentado profundas modificaciones de naturalización y reconstrucción del paisaje.
Afortunadamente ya casi no nos acordamos de aquel foso inaccesible, sucio e inseguro que era el río Ebro y que dividía la ciudad. Merced a un programa estratégico y a un esfuerzo extraordinario las riberas son en la actualidad el mejor exponente de la calidad ambiental y del rico patrimonio cultural de Zaragoza. De Oeste a Este, el corredor del Ebro conforma el paisaje más significativo de la ciudad integrado por una secuencia de lugares diversos, con identidad propia e intensamente vividos.
Las actividades más significativas se han centrado en la renaturalización de la biocenosis de los sotos, la ampliación del cauce y retranqueo de las motas, la construcción de nuevas pasarelas y puentes, la creación del Parque del Agua Luis Buñuel y de los nuevos parques lineales, la renovación de los parques tradicionales, la instalación de los nuevos equipamientos que añaden centralidad y procuran el acercamiento al río, un amplio programa de intervenciones artísticas que ponen acento a cada tramo ribereño, la estabilización de la lámina de agua que permite el desarrollo del deporte náutico, etc.
El corredor fluvial del Ebro es hoy un espacio polivalente que facilita el tránsito del agua en las crecidas, conserva y potencia la vida natural, posibilita los recorridos longitudinales y transversales, procura el acceso y disfrute de la lámina de agua, es factor de revitalización urbana y es receptor de nuevos contenidos simbólicos y representativos de la ciudad. El Ebro ha dejado de ser barrera infranqueable y se ha convertido en un lugar accesible y de encuentro; las riberas, en otro tiempo vacías, son espacios llenos de actividad ocupados por la ciudadanía; las infraestructuras de defensa frente a inundaciones son a la vez parques lineales; los paisajes antes degradados son ahora el espejo donde la ciudad se mira, se reconoce y se gusta. El Ebro en Zaragoza ya no se percibe como peligro o amenaza, sino como próximo, amigo y hermoso.
El Centro Ambiental del Ebro ha identificado los elementos más significativos de las riberas del Ebro y los ha tratado mediante un sistema de información geográfica (SIG), herramienta que permite el almacenamiento, análisis, corrección y actualización de los datos, así como la elaboración de planos y mapas de modo operativo.
El proyecto de las riberas de los ríos no se detiene. Zaragoza trata de responder a los nuevos desafíos con el conocimiento y experiencia adquiridos, ajustándose a las exigencias del nuevo guión que dicta una sociedad más exigente, más justa, más crítica y más creativa-Pero sobre todo ¡es la hora de disfrutar de las riberas!
Fuente: El Periódico de Aragon