El recinto de la Expo 2008 acentúa su deterioro y sus iconos siguen sin uso
Zaragoza 02 de Abril de 2022
Los edificios más emblemáticos continúan a la espera y solo el Pabellón Puente inicia la cuenta atrás para la reapertura
El tiempo no ha pasado en balde por el frente fluvial de la Expo. Aunque 14 años no son demasiados, los elementos que formaron parte de la muestra internacional en 2008 arrastran ya un severo deterioro y sus pabellones más icónicos, los de España y Aragón y la Torre de Agua, siguen cerrados y sin ningún uso previsto. Solo el Pabellón Puente encara la recta final para su reapertura como sede del Mobility City, que recuperará este emblema de Ranillas para la ciudad. Buena parte del resto del recinto, en cambio, sufre el paso del tiempo. La asociación Legado Expo ha denunciado estos días su degradación y falta de mantenimiento y urge a las administraciones responsables que actúen para que el parque y sus intervenciones artísticas no sigan echándose a perder.
El recorrido a través de esta zona resulta un tanto catastrófico. Pintadas, corrosión, baldosas levantadas y espacios abandonados a su suerte que han acabado siendo usados por grupos de chavales para pasar el rato o hacer botellón. Un fantasma de lo que llegó a ser. Tras el Acuario de Zaragoza, un destartalado mosaico da la bienvenida al visitante. Sobre su cabeza, la pérgola con los nombres de las ciudades españolas y de los países que participaron en la exposición es más bien raquítica. El cierzo ha acabado por romper o descolgar muchas de las lonas, que se han ido retirando, y cada vez van quedando menos. «No está ni la de Zaragoza», ejemplifica el vicepresidente de la entidad, Miguel Ipas, al tiempo que señala hacia el hueco que antes ocupó esta tela.
«Es una zona más de Zaragoza, que los fines de semana o cuando hace buen tiempo se llena de muchas personas paseando, y no se puede tener así», lamenta Ipas, que además menciona el potencial turístico del espacio, ahora desperdiciado, y el valor que tienen también sus elementos en cuanto a su relación con el agua y el desarrollo sostenible. «Estos espacios se tienen que cuidar y mantener, igual que ocurre en otras ciudades, porque es una pena que esté así», sostiene.
Por ejemplo, el mosaico ofrece, como cuenta el portavoz de la entidad, una imagen casi irreconocible, con baldosas caídas y unas vallas que lo alejan por precaución del tránsito ciudadano. Si se avanza unos metros, los tres cubos situados tras el Palacio de Congresos están aún peor. Destartalados y rotos, del que estaba compuesto de metal ya apenas queda el esqueleto. En el de cristal, donde incluso alguien ha trasladado un banco, un grupo de adolescentes se refugia del frío. Y el estanque situado justo al lado está vacío y roto. También el denominado banco geográfico, de casi 700 metros de largo, está oxidado y, en determinados tramos, inutilizable.
El problema, según cuenta Ipas, radica en algunos casos en la propiedad de los elementos. El encargado del mantenimiento general del frente fluvial es el Ayuntamiento (antes a través de la ya desmantelada Desarrollo Expo) pero, explica, en cuanto a las intervenciones artísticas, como el banco o los cubos, no está tan claro, porque el Consistorio dice que no son suyas y la sociedad Expo Zaragoza Empresarial, que pertenece a la DGA, asegura lo mismo.
Aunque la puntilla a la precaria situación del recinto se la dan los tres grandes iconos de la Expo, la Torre del Agua, el pabellón de España y el de Aragón, que llevan ya años a cerrados a cal y canto y sin atisbo de un mejor futuro. Los pisos para jóvenes que el Ejecutivo autonómico ha proyectado en los denominados cacahuetes (los pabellones con forma de este fruto seco) han vuelto a poner estos equipamientos en el foco, y no salen bien parados. «Están hechos polvo, pintados y deteriorados», critica el vicepresidente de Legado Expo, que sugiere crear en uno de ellos un centro de información turística de la Comunidad.
Fuente: Heraldo