Un legado sin fecha de caducidad. La Expo de Zaragoza de 2008, dieciséis años después
La cita internacional fue una oportunidad de preparar a la ciudad para los retos del siglo XXI pero se ha dilapidado su herencia
Francisco Pellicer, geógrafo y director de Contenidos de Expo Zaragoza 2008
La Expo Zaragoza 2008 se concibió como una oportunidad para dotar a Zaragoza de las infraestructuras y equipamientos que necesitaba para el desarrollo de sus funciones urbanas en el siglo XXI. La ciudad concluyó los cinturones de circunvalación, se construyeron más de 20 nuevos puentes y pasarelas, el Palacio de Congresos, la terminal del aeropuerto y 25 hectáreas en Ranillas para la celebración del evento durante tres meses y convertirse después en el Parque Empresarial Dinamiza, la Ciudad de la Justicia y el frente fluvial. El Parque del Agua, las riberas del Ebro, del Gállego y del Canal Imperial mejoraron las condiciones ambientales, urbanísticas y paisajísticas de doce barrios de la ciudad. Además, Zaragoza se promocionó internacionalmente y se dotó de establecimientos hoteleros para acoger turistas y visitantes de ferias, congresos y eventos. Todo estaba preparado para que la urbanización del recinto y su incorporación al espacio público de la ciudad estuviera lista poco después del evento. Así fue y, en el 2009, en plena crisis económica, ya pudo emprenderse la gran transformación del recinto Expo y disfrutar del Frente Fluvial.
El Acuario fluvial es el único pabellón que permanece tal como se exhibió en 2008 pero más maduro, con más especies y mayor número de ejemplares. Desarrolla numerosas actividades divulgativas, educativas y de investigación, gestionado por un concesionario ejemplar, el grupo Parque de Atracciones.
La celebración fue muy valorada por la calidad y buen funcionamiento de la operación; por el ambiente mágico envolvente en los espacios de estancia, en los pabellones temáticos y exposiciones; por la excelencia y la diversidad de los espectáculos y por el interés de la Tribuna del Agua. Los visitantes guardan un excelente recuerdo de aquella fiesta cargada de ideas y mensajes. La gestión fue impecable, transparente y modélica. La Expo fue el mayor acto de diplomacia pública en el mundo de 2008 y acogió a miles de personas del mundo político, empresarial y cultural. En definitiva, la ciudad cambió y desde 2008 se habla de una nueva Zaragoza.
La pos-Expo, a pesar de las graves crisis económicas y sanitarias de este período, arroja cifras muy positivas. El Parque Empresarial Dinamiza, construido en los edificios de los países participantes, ocupa 12 edificios y otros tantos locales comerciales. Los pabellones de dos alturas se transformaron mediante encofrados intermedios en cuatro plantas de altura convencional. Así se ha logrado una superficie de 80.450 metros cuadrados de la que se ha comercializado el 81%. Si se incluye la Ciudad de la Justicia, el área alcanza los 125.000 metros cuadrados con un grado de ocupación del (92%). La operación ya presenta un balance económico positivo.
Mientras tanto, con retraso, se ha acondicionado el Pabellón Puente que cumple su función como Museo de la Movilidad (Mobility City) liderado por Ibercaja. El Palacio de Congresos de Aragón está operativo, gestionado por la Feria de Zaragoza.
Pero no todo han sido aciertos en esta pos-Expo. El concepto global del proyecto de la Expo 2008 se perdió. El objetivo principal de Expo Zaragoza Empresarial, receptora del legado de la muestra internacional, ha consistido en adaptar y comercializar los activos inmobiliarios. Pero justo con el cierre de las puertas de la Expo la coordinación institucional se desvaneció, dejaron de fluir los recursos económicos, los acuerdos políticos se rompieron y la sociedad entró en un período de resaca. Pronto se abandonó el legado intelectual (Tribuna del Agua) y la presencia en foros internacionales, diluyendo el potencial de Zaragoza como centro de referencia del agua. Se perdió la oportunidad de mantener una oficina internacional de la ONU por falta de voluntad política y de recursos económicos. Se abandonó la comunicación de un proyecto «sin fecha de caducidad».
La Expo mejor documentada de la historia en aquel momento, dotada de un extraordinario gestor documental, ni siquiera ha mantenido la página web y se ha perdido el dominio. La información que ofrece internet (por ejemplo en Wikipedia) es de ínfima calidad, cargada de tópicos y falsedades. Por otra parte, no hay documentación significativa del legado material e inmaterial de la Expo Zaragoza 2008 en el Museo Mundial de las Expos de Shanghai, pese al gran interés de la Oficina Internacional de las Exposiciones (BIE), porque ninguno de los responsables de la Administración ha respondido a la invitación de Shanghai.
Algunos edificios emblemáticos (Torre del Agua, Pabellón de Aragón y Pabellón de España) no se han aprovechado hasta ahora a pesar de su potencial. Se perdieron los contactos iniciados con el Museo de Historia Natural de Nueva York o el Museo de las Civilizaciones de París. El Parque del Agua, el frente fluvial del recinto y las riberas del Ebro presentan graves déficits en su conservación y operación: jardines botánicos abandonados, frente fluvial degradado, intervenciones artísticas vandalizadas, puertos fluviales sin mantenimiento y abandono progresivo de concesiones como Las Playas, centro hípico o el canal de aguas bravas.
En estas fechas se anuncian importantes proyectos como «el faro de la logística mundial» instalado en la Torre del Agua y la reactivación de algunos de los edificios emblemáticos sin uso y del frente fluvial. Las sinergias entre el acuario, el Museo de la Movilidad y la Torre del Agua activa pueden significar un cambio extraordinario en este nodo de centralidad urbana al oeste de la ciudad. Los anuncios van acompañados, esta vez, de presupuestos. Vamos a confiar.
Fuente: El Periódico de Aragón