Una catedral del siglo XXI: la Torre del Agua de Zaragoza recibe de nuevo visitantes
Zaragoza 11 de Junio de 2022
“¡Qué pena!” es la expresión más utilizada por los ciudadanos al entrar al edificio al comprobar lo desaprovechado que está este espacio único en la ciudad
Es común hoy en día referirse a los nuevos e imponentes estadios de fútbol como las catedrales del siglo XXI. Edificios que, además de tener un fin, deslumbran por su arquitectura y enorme tamaño. Zaragoza está en busca en estos momentos de un proyecto que le permita construir un nuevo campo que se convierta en el símbolo de toda una ciudad. Pero lo cierto es que la capital aragonesa ya cuenta con una catedral moderna y laica. Se trata de la Torre del Agua, tan denostada por su supuesta inutilidad y que este fin de semana ha abierto de nuevo sus puertas a las visitas guiadas cuando se cumplen 14 años de la Expo Internacional de 2008.
La asociación Legado Expo es la que se ha encargado de guiar a los visitantes este fin de semana por el interior de este icono de la ciudad. Y Juan Ibáñez, uno de los miembros de la entidad, es uno de los encargados de enseñar el recorrido.
«¡Qué pena!», es una de las expresiones que más se escuchan una vez entran los ciudadanos a la torre. Contemplar, acompañado solo por un reducido grupo de personas, cómo lo que tendría que ser un símbolo de la ciudad yace desatendido sin nadie que lo mime resulta descorazonador. Pero la misión de Ibáñez también es romper algunos mitos que existen en el pensar colectivo.
«Yo no voy a discutir si la torre costó mucho o si costó poco. La torre ya está hecha. Lo que exigimos es que se reutilice y se ponga en marcha», relata al comienzo de la visita. «No hay edificios inútiles, hay inútiles que no saben dotar de utilidad a los edificios», añade.
La Torre del Agua fue diseñada por el arquitecto Enrique de Teresa y mide 76 metros de altura. Más allá de su imponente y esbelta silueta, en su interior contiene tres espacios que pueden ser aprovechados: la planta baja, con más de 3.000 metros cuadrados, es una zona multiusos que podría albergar desde grandes exposiciones hasta eventos de todo tipo; la planta intermedia es donde está la escultura ‘Splash’, una monumental y absolutamente abrumadora escultura que cuelga del techo y que pesa en total 7 toneladas; y en la última planta hay proyectado un restaurante que tendría una de las mejores vistas de toda la ciudad.
«Casi el 90% de los edificios que dejó la Expo se están utilizando. Pero es verdad que los tres que están vacíos son los más llamativos: la Torre del Agua, el Pabellón de Aragón y el Pabellón de España», explica Ibáñez, para tratar de desmentir que la Expo 2008 no sirvió para nada más que gastar dinero.
¿Y cómo está hoy la Torre del Agua, tras casi tres lustros vacía? Está en perfectas condiciones. Haría falta limpiar, no están todos los ascensores conectados y el aire acondicionado está sin conectar. Pero no hay nada roto ni en mal estado. Y no tendría sentido retirar el polvo acumulado, admite Ibáñez, porque ahora mismo sí que sería tirar el dinero. «Queremos que se le dé a la torre un uso definitivo. Que esté abierta, pero mientras tanto no tendría sentido realizar un mantenimiento continuo. Es como la casa del pueblo cuando, hasta que no llegas en verano no la pones a punto», explica.
Sobre los tres espacios que contiene la torre, el que más «novias» ha tenido es el del restaurante. Muchas empresas de hostelería han mostrado su interés por instalarse en la última planta, pero el problema es que o se abre entera o no se abre nada. «Para subir hasta arriba hay que entrar por la planta baja. Y no puedes tener un espacio sin acondicionar por el que la gente va a estar pasando», valora Ibáñez.
El espacio de la planta calle, por su parte, por la gran cantidad de espacio disponible, podría servir de zona polivalente que se usase como ampliación del Palacio de Congresos o el Pabellón Puente, donde estará la sede de Mobility City. Cenas, galas, exposiciones de todo tipo podrían caber entre estas paredes.
“No es una torre hueca”
Pero el espacio más deslumbrante es el intermedio, donde cuelga el ‘Splash’. Esta zona, concebida como una catedral de la época contemporánea, deslumbra por el ascenso vertical de sus paredes onduladas de hormigón, con los conductos de aire a la vista, mientras la luz se cuela e ilumina la obra de arte creada por Pere Gifre, que está compuesta por más de 130 piezas de color plateado.
El ‘Splash’ fue además el motivo de la creación de la asociación Legado Expo. En 2009 se retiró porque la Fundación CAI, quien iba a ocupar el edificio, no lo quería. Pero la presión ciudadana consiguió que la obra se instalara de nuevo seis años después. Hoy sigue luciendo resplandeciente y abrumadora, como la Torre del Agua en sí. E Ibáñez insiste: «No es una torre hueca. Tiene muchas posibilidades». Aunque su principal misión, como catedral, no es sino la de ser por si misma. Ser un contenido como tal y no un continente. Un símbolo del que Zaragoza debería presumir más, reflexionan todos los que han entrado dentro este fin de semana.
Fuente: El Periodico